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miércoles, 14 de noviembre de 2018
Luchando por la vida
Pensábamos que la historia de los cachorritos iba a ser todo felicidad, una manera de poder compartir la experiencia, tan bonita, de ver en directo el milagro de la vida. Sin embargo, las cosas no han salido como hubiéramos deseado.
Cuando viene al mundo una camada de perritos prematuros, es muy difícil sacarlos adelante. El motivo es, como ya cualquiera se puede imaginar, que no están aún preparados para vivir fuera del cuerpo de su madre. Sus pequeños pulmones todavía no pueden respirar, y su estómago no digiere bien la leche de la madre.
Si el parto se presenta un par de días antes de la fecha prevista, hay algunas posibilidades de que sobrevivan los cachorros. Si es un adelanto de más días, la cosa es mucho más difícil. Y si es de cinco días en adelante, casi imposible. Mis perritos nacieron siete días antes de tiempo. Es casi un milagro que se salve alguno, pero hay que luchar hasta el final, la vida de ellos merece la pena.
De los cinco que sobrevivieron al parto, ahora solo quedan dos. Un machito y una hembrita, que se están agarrando a la vida. Intentamos ayudarlos, a todos, pero la madre se empeñaba en dejar fuera de su regazo a algunos. Entre los animales, es frecuente que las madres aparten del nido a las crías enfermas, o aquellas más débiles, que tienen pocas probabilidades de vida, para poder terminar de alimentar con éxito a aquellos que sí están más fuertes y sanos.
Ayer era muy difícil conseguir que mi Miga me dejase ayudar a mamar a los cachorros. Hoy, tan triste por haber perdido tres de ellos, casi me lo pedía.
La tarea no es fácil. Hay que intentar que aprendan a mamar. Aún no tienen bien desarrollado el reflejo de succión, y además, no tienen apenas fuerzas. Lo que hago es acercar el cachorrito a la teta de la madre, presionar un poquito para que salga una gota de leche, y rozarla con su hociquillo para que la pruebe. Hay que procurar que tenga apoyo para la cabecita, porque si no, las fuerzas le fallan y no es capaz de sujetarse.
Hago un huequecito en mi mano, en el que el perrito queda cómodo y no tenga que hacer esfuerzos para mantener la postura, y así, se pueden pasar más de quince minutos, tomando su leche despacito.
Después, les doy un masajito en el pecho, muy suavito, con la yema del dedo y sin presionar, para estimular la respiración, y que puedan eliminar la mucosidad que aún tienen dentro.
Los dos que quedan, están respondiendo bien al estímulo, y hoy ya han mamado cuatro veces. Desde esta mañana a las siete y media, más o menos, cada tres horas. Lo ideal es que los cachorros dispongan de la leche de la madre cada vez que les apetezca, pero es que ahora mismo no tienen fuerzas ni para coger la teta.
Por ahora, están calentitos y van comiendo, parece que cada vez con más ganas.
Las primeras 48 horas son cruciales, esperemos que llegue mañana, y ojalá mis pequeños luchadores puedan vivir.
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