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jueves, 8 de noviembre de 2018
La granada
El otoño, según mi opinión, es la época de los "frutos finos".
Higos, caquis, membrillos, chirimoyas, granada... y, por supuesto, los frutos secos. Todo un festival de sabores selectos para esta temporada, en la que dejan de ser protagonistas las frutas acuosas y refrescantes, para dejar paso a algo más concentrado e intenso.
Nuestra protagonista de hoy, la granada, es un fruto que, además de tener el mismo nombre de mi tierra, me parece tan especial, que no puedo dejar pasar el otoño sin dedicarle una entrada.
De sabor ácido y textura inigualablemente atractiva, es una fuente de potasio para nuestro cuerpo. Contiene una alta concentración de taninos, que otorgan el sabor amargo, sobre todo a los tabiques internos. Este componente actúa como antiinflamatorio y astringente del tubo digestivo, por lo que comer granada es adecuado en casos de gastritis, diarreas infecciosas, e incluso, parásitos intestinales.
Ayuda a frenar el proceso de enfermedades degenerativas, cáncer o problemas cardiovasculares, por los antioxidantes que contiene.
Podemos disfrutar de su sabor de muchas maneras. Tomarla sola es una buena opción, pero también puede ser un ingrediente de lujo para nuestras ensaladas, porque, además de aportarles nutrientes extra, les dará también un toque de color y textura diferentes.
Y, si nos molesta tener que masticar los granitos, siempre podemos extraer su zumo.
Una fruta de la que hay que disfrutar al máximo, y rápido, porque el otoño pasa volando.
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