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domingo, 11 de noviembre de 2018

La encina


Es uno de los mejores ejemplos de adaptación climatológica que existen. Este árbol, de hoja perenne y porte achaparrado (de ahí que le llamen también "chaparro" en algunos lugares, por ejemplo, aquí), es capaz de resistir los veranos más calurosos, con su consecuente ausencia total de agua, y al mismo tiempo, los inviernos más crudos, con heladas, lluvias intensas o nieve.
Sus hojas, pequeñas, están cubiertas de cera, y en casos de lugares con temperaturas más extremas, suelen tener pinchos. Todo ello es para evitar la evaporación, y así poder aguantar épocas de sequía.


El fruto que nos ofrece la encina, es bien conocido por todos: la bellota. Su consumo es menos generalizado que el de otros frutos de otoño, habiendo quedado en muchos lugares para alimento exclusivo del ganado.
Sin embargo, las propiedades nutricionales que contienen las bellotas, no la dejan en desventaja con respecto a castañas, nueces o almendras.
Su contenido en taninos, que son los responsables del sabor amargo, aporta a este fruto la capacidad de reducir el azúcar y el colesterol en sangre. Sin embargo, este componente no es recomendable consumirlo en altas dosis, puesto que su consumo masivo puede producir indigestiones, o incluso, intoxicación. Por ello, es frecuente someter a las bellotas a un proceso de desamargado, que consiste, básicamente, a su cocción en varias aguas, antes de ser consumidas.
Además de los taninos, las bellotas son ricas en hidratos de carbono, grasas y proteínas, así como vitaminas del grupo B, potasio, calcio, magnesio y fósforo.

Aún siendo, casi exclusivamente, alimento para ganado porcino, en muchos lugares, yo sigo considerando que las bellotas son un "fruto fino". Quizá sea una de las texturas y sabores de frutos secos que más me guste, por ser diferente a todas. Considero que tiene bastantes posibilidades, en cuanto a usos en la cocina, aunque el hecho de ser un fruto silveste, la hace más difícil de conseguir para muchas personas.

Por suerte, yo tengo una aquí, en la misma puerta de mi casa. Y estoy encantada con ella, porque en otoño me da bellotitas, y en verano, una estupenda sombra para mi porche.

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