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martes, 23 de octubre de 2018

Pizza casera.



Esta noche ha tocado pizza. Me gusta hacerla, porque sabe distinto de las que venden. Lo que la hace distinta de las demás es la masa, que recién hecha, no tiene nada que ver con las congeladas esas que solemos comprar.
En realidad, la masa de pizza es igual que la de pan, o al menos yo la hago igual. La única diferencia es la forma y el grosor que se le da, y que para hacer un pan, normalmente no se le echa aceite.
Es muy importante usar levadura fresca de panadería, porque de lo contrario, no va a subir la masa, y estropeará nuestra pizza.

Ingredientes para la base:

_ 600 gr. de harina (lo ideal es usar la de fuerza, pero yo uso harina de trigo normal y sale muy bien)
_ Una cucharadita de sal
_ Una pastilla de levadura fresca de panadería

_ 400 ml. de agua templada (yo la pongo caliente, para que suba antes)
_ 50 ml. de aceite de oliva.

Los ingredientes que pongamos encima, son al gusto, así que no os voy a dar un patrón a seguir. Para la pizza que he hecho yo hoy, por ejemplo, he usado tomate frito de base, queso de lonchas, atún y jamón cocido en daditos, pero se puede hacer de lo que más nos apetezca, desde un sofrito de carne picada, bacon con nata, atún con pimientos rojos, verduras, embutido, hasta chocolates, para hacer pizzas dulces, que también están muy bien.
El orégano es un aderezo que le da un sabor inconfundible, pero hay personas a las que no les gusta mucho, así que, como la pizza es nuestra, nosotros decidimos si ponerlo o no.
Yo normalmente la hago como la de hoy, pero le añado aceitunas con sabor a anchoa y sin hueso, cortadas en rodajitas. Y hoy... no había aceitunas.

Elaboración:

Pesamos la harina y la colocamos en la amasadora, o, si vamos a amasar a mano, en una mesa o encimera bien limpia y seca. Añadimos la sal, la levadura y el agua y comenzamos el amasado.
Si lo hacéis a mano, es preferible que mezcléis todos los ingredientes en un bol, y lo paséis a la mesa cuando ya haya cogido forma, porque de lo contrario, hay que ir añadiendo el agua muy poco a poco.
Después de cinco minutos de amasado, tendremos ya nuestra bola hecha, con una textura que se pegará muy poco a las manos. Si veis que se pega demasiado, vais espolvoreando harina sobre ella, hasta conseguir dominarla.
Reservaremos la bola de masa en un bol durante una hora aproximadamente, hasta que duplique su volumen.

Se puede añadir el aceite al principio, pero entonces, le cuesta mucho más subir a la masa, de manera que yo lo añado en el segundo amasado.
Una vez haya fermentado, volvemos a coger la bola, añadimos poco a poco el aceite y amasamos muy bien para que suelte todo el aire.
Y ya tenemos nuestra masa de pizza lista para estirar.

La cantidad que sale es como para tres o cuatro pizzas del tamaño de un plato grande.


 Podéis usar, como yo he hecho, la referencia del plato, o directamente hacerla rectangular, a la medida de la bandeja del horno, si es para más personas.
La masa que nos sobre la podemos estirar también, enrollarla en un papel de horno, y congelarla así para usar en otra ocasión.
Es muy importante que la masa esté muy fina, porque luego va a subir un poquito en el horno. No debemos hornear mucho tiempo, porque de lo contrario, nos quedaría demasiado crujiente.


No puedo decir los minutos que hay que tenerla en el horno, porque nunca he sido capaz de mirarlo. Lo que sí es importante es poner el horno fuerte, a 240º. Prefiero fiarme de las pruebas visibles que del tiempo, así que, cuando veo que el borde empieza a tomar algo de color, abro la puerta, miro por debajo, y apenas tiene lo más mínimo de tono, ya está. Es mejor quedarse corto que pasarse.
El resultado es espectacular. Si la acompañamos de una sopa o crema de verduras, o una ensalada, es un plato de lo más completo, y una opción estupenda para una cena.
Probad... y veréis.


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