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jueves, 25 de octubre de 2018

Huevos de colores

Como ya comenté, hablando de mis gallinas, los huevos que ponen cada una dependen del tono de plumaje que tengan. Hoy hice una foto para que vierais bien cómo es cada uno.

El huevo de arriba lo ha puesto una gallina blanca, el de abajo, una gallina marrón, y el del centro, una gallina completamente negra. Hay una raza, la gallina araucana, que pone los huevos de cáscara azul. Esto es debido a un retrovirus, inofensivo para los pollos domésticos, que hace que cambie la composición de la cáscara del huevo, por acumulación de biliverdina en el útero de las gallinas. Su consumo, dicen, es bueno para la salud, ya que estos huevos contienen algo menos de grasa en la yema que los de gallinas de otras razas. Y, como a mí me encantan las novedades, estoy deseando poder tener en casa una gallina de huevos azules...
Los huevos de gallinas criadas en el campo, tienen la yema mucho más densa y oscura, y si hay gallo, normalmente vienen con piso. En la foto se puede apreciar, es el puntito blanco que se ve en la yema, a la izquierda. Los huevos que compramos en el supermercado, no suelen traer piso, porque en los corrales dedicados a la explotación industrial, normalmente no hay gallos.


No pasa nada por consumir huevos pisados, porque si la gallina no los incuba, no hay pollito. Sin embargo, desde el primer día de incubación, ya sí se pueden apreciar cambios en la yema, y entonces, sí estaríamos quitando la oportunidad a un nuevo pollito de venir al mundo.

Con respecto a la caducidad, hay que decir que el huevo es uno de los alimentos que menos riesgos conllevan para la salud, en el caso de que se consumieran pasados de fecha. Más que el tiempo, hay otros factores que pueden contribuir a que un huevo no esté en condiciones para el consumo. Por ejemplo, la forma de conservarlo. No es necesario tenerlos en la nevera, pero una vez que ya se han metido, no es conveniente sacarlos. Los cambios de temperatura y humedad, pueden afectar a la permeabilidad de la cáscara, a través de la cual pueden pasar bacterias que estropeen el alimento.
Hay muchos trucos para saber si un huevo es fresco o no. El más extendido es sumergir el huevo en un recipiente con agua. Los más frescos, se irán al fondo, mientras que los que lleven más tiempo, se mantendrán de pie. Los que flotan, no deben consumirse.
Pero si vamos a cocinar huevos, y no hemos hecho la prueba de sumergirlos, se puede saber cómo de fresco es, tan solo viendo su apariencia al abrirlo.
La membrana que envuelve la yema pierde fuerza con el paso de los días, por lo que un huevo pasado de tiempo, romperá y expandirá su yema al más mínimo roce. Si lo ponemos en un plato, veremos que la clara está como dividida en dos partes, una más densa, pegada a la yema, y otra, algo más líquida, alrededor. Ese es el aspecto que tiene un huevo recién puesto. Los que llevan varios días, tienen la clara mucho más líquida en su totalidad.
Y, si observamos la cáscara después de abrirlo, veremos una pequeña cámara de aire en uno de los extremos del interior del huevo. Cuanto más pequeña sea esa cámara, más fresco estará el huevo. Según pasan los días, la cantidad de aire que hay en esa cámara es mayor, por eso flota cuando lo sumergimos en agua.

El huevo es uno de los alimentos estrella de nuestra alimentación. Proteína en estado puro en la clara, con algo de grasa en la yema. No son grasas de las que nos debamos preocupar, sino todo lo contrario. Solamente tendrán que tener cuidado con el consumo de huevos las personas que tengan un serio problema de colesterol, aquellas que deban seguir una dieta demasiado estricta. Y, en este caso, solamente con eliminar la yema, ya podrían disfrutar del placer de incluir huevo en su dieta sin peligro.
Además de su delicioso sabor y su versatilidad en la cocina, el huevo es poco calórico, aportando aproximadamente sesenta calorías por unidad. Son de fácil digestión, y tienen un gran poder saciante. Contienen aminoácidos esenciales para el organismo, carotenoides, antioxidantes que ayudan a frenar el envejecimiento celular, y un alto porcentaje de colina, imprescindible para mujeres embarazadas, por ayudar al desarrollo del sistema nervioso del feto, y evitar defectos en el nacimiento.

Sin embargo, es importante saber que el huevo debe consumirse cocinado, sobre todo la clara. No es beneficioso para la salud comerla cruda, porque puede impedir que asimilemos bien ciertas vitaminas, además del riesgo que supone la exposición a ciertas bacterias que pudiera tener. La yema, en cambio, es preferible dejarla sin hacer, puesto que sus grasas se digieren mejor en estado líquido, y además, evitamos la toxicidad al sobrecalentarla, sobre todo si es en aceite.



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