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domingo, 19 de mayo de 2019
El acebo.
Llevo años intentando sacar adelante una planta de acebo. Todas las navidades lo intento, pero siempre, hasta ahora, he terminado viendo, con tristeza, como mi pequeña plantita muere lentamente, hasta que no me queda más remedio que tirar a la basura el tronco seco.
Siempre he supuesto que las que venden en esas fechas son esquejes que pinchan en esas mini-macetas, con el único objeto de comerciar, y que no vienen ni enraizadas. Un año, tuve la suerte de ver como mi acebo comenzaba a echar hojas nuevas, pero al poco tiempo empezó a deteriorarse, y en pocos días también lo perdí.
Hace un mes, aproximadamente, visité un vivero en el que nunca había estado, y allí había plantas de acebo. Supuse entonces, que al comprarla fuera de la época navideña, podría ser que esta vez sí que hubiese suerte. Al menos, no venía en una maceta ridícula, ni traía esas bolas de resina horrorosas, que les ponen para que parezcan frutos.
Lo coloqué en la maceta más grande que encontré, y puse bastante compost del que yo misma había fabricado, para que tuviese alimento. La ubicación es interior, pero está colocado justamente delante de una gran cristalera. Mi cocina es como un invernadero, donde es raro que ninguna planta pueda estar a disgusto.
Y, desde entonces hasta ahora, calculo que ha duplicado, al menos, su tamaño inicial. Las hojas están saludables, tanto las que ya traía, como las muchas nuevas que le han salido. Espero que esta vez sea la buena, porque es una planta que me ha encantado, desde siempre.
Según los celtas, el acebo es la planta mágica y sagrada de protección del hogar, especialmente en los meses de invierno. Ahuyenta los malos espíritus, los rayos, los ladrones y la desgracia. Es una planta también asociada a la fortuna. Cuenta la leyenda que si cortamos nueve hojas de acebo a media noche, las envolvemos en un paño blanco y atamos sus extremos con nueve nudos, después de colocar este amuleto bajo nuestra almohada, nuestros sueños se hacen realidad.
Presente en nuestras fiestas navideñas, para atraer la felicidad, la armonía y la buena suerte en el año que justo se prepara para empezar. Es, sin embargo, una especie de frutos tóxicos, no recomendada para tener al alcance de niños o mascotas.
En muchos países es especie protegida, puesto que la tradición de hacer adornos navideños con sus ramas, hojas y frutos, ha puesto en peligro su crecimiento y multiplicación.
Por mi parte, intentaré que mi acebo crezca feliz, dándole los cuidados que se merece. Espero poder ver este invierno sus maravillosos frutos rojos.
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